Desde los más remotos tiempos, le hemos buscado nuevas ideas, ilusiones y pasiones al paladar. Siempre me ha gustado el picante como aderezo en platos o como acompañante en crudo.
Hace bastante tiempo empecé a descubrir que detrás de ese picor (capsaicina) hay una feria de sabores. Cada uno tiene su grado mayor o menor de picor, pero tras esa barrera, existe un sinfín de nuevos paladares; desde los Serranos, Jalapeños, Habaneros o Jolokias, el Piquín, el Petín, el Red Rawit de Sudáfrica o los Chiles de Hungría, de Oriente a Occidente creo que los he probado casi todos. Los más populares o potentes por su grado en la escala de Scoville.
Pimientos picantes, guindillas, ajís, chiles o como se denominen en cada país o región, en ellos están presente los aromas de la frambuesa, níspero o cerezas, vainillas y especias o frescos de tubérculos y flores, como los habaneros y jolokias blancos. No solo he ido buscando su grado de picor sino ese aroma y ese nuevo paladar que contienen, reservado para los que gustamos de este prodigioso capricho de la naturaleza.
Desde mi profesión en la hostelería y mi grado de barman, siempre voy buscando sabores y aromas nuevos. Esto me ha llevado a hacer mezclas con distintos tipos de chiles con frutas y especias, evitando los productos químicos y sustituyéndolos por sales o azúcares naturales como conservantes y algunas me han resultado unas delicias, como las mermeladas.
Mi Madre (La Encarna) era conocida por sus mermeladas naturales y conservas de temporada, frutas, verduras, setas lo que daba el verano y el otoño, pasteurizando a la vieja usanza. Recuerdo las ollas llenas de frutos o agua hirviendo en los fogones y aquel olor intenso que atraía a grandes y pequeños a nuestra puerta interesados en que se hacia ese día. La miel que traía mi padre de sus colmenas en plena sierra, hechas de la corteza del alcornoque (Corcho) y el queso fresco de oveja o cabra para curar en el “Doblao” la parte de arriba de la casa, en tablas colgadas del techo. Manjares de antaño.
Con sus tradiciones y las nuevas tecnologías ponemos en nuestros autoclaves y esterilizamos la Salsa Mermelada Picante de nuestra nueva creación para darle a sus platos ese chispeante matiz. Sin aditivos ni conservantes, todo natural y al vacío para que como nos gusta a los golosos de la capsaicina, pique en boca, no en garganta, estómago o intestino. Salsa Mermelada Picante SanBaice fuente de salud en su mesa.
José Antonio Murillo Robles
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